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Esta vez apareció un caballo rojo. El jinete recibió una gran espada y autorización para acabar con la paz en la tierra y hacer que por todas partes hubiera guerras y muertes.

Cuando el Cordero rompió el tercer sello, escuché al tercer ser viviente que dijo: «¡Ven!».

En la escena apareció un caballo negro cuyo jinete tenía una balanza en la mano. Y una voz que brotó de entre los cuatro seres vivientes, dijo: «Vendo por el salario de un día un kilo de trigo o tres kilos de cebada, pero no le hagan daño al aceite ni al vino».

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